Tras salir de su clase de Fisioterapia, Avelina Fernández (77 años) camina tranquila mientras se despide de sus compañeros. Esta socia, nacida en un pueblo de Burgos, lleva desde 2019 en Aparkam. En ese mismo año, fue cuando le detectaron la enfermedad de Párkinson. “La mano derecha y la pierna derecha no me iban bien, notaba que algo me pasaba”, explica Avelina sobre cómo cuáles son los síntomas que le acercaron al diagnóstico. Lo que en un principio empezó como un diagnóstico que la preocupaba, finalmente la ayudó en cuestiones en las que nunca antes había reparado: “Yo antes era muy para mí, no era muy decidida a hablar con las personas, pero en la asociación me he abierto bastante”.
Avelina es una de las muchas mujeres que construyen Aparkam. Su historia de vida es un relato común para otras tantas personas de su edad que vivieron una realidad con muchas menos libertades que las que, conforme han pasado los años, se han ido consiguiendo. La burgalesa tuvo que emigrar a una temprana edad desde el pueblo, a los 14 años, para trabajar en una casa como cuidadora y asistenta. “Me ha tocado cuidar, pero a mí no me ha cuidado nadie”, explica sobre su pasado. Tras más de 60 años cotizados, se jubiló pero con una muy baja pensión porque “los trabajos en casas no estaban bien pagados”.
Su hermana mayor ha sido y es para la socia un referente como mujer. “Ella hizo de madre, e incluso hoy día su mayor felicidad sigue siendo juntarnos a todos”, comenta. Pero, además de con su hermana, Avelina ha podido contar también con el apoyo de sus dos hijos varones. “Desde luego son unos hijos que les da igual hacer una cosa que otra. Yo siempre les he enseñado a tratar a las mujeres con respeto y como iguales. Y fueron ellos los que me animaron mucho para que viniera a la asociación”, dice la socia.
Conoce más acerca de Avelina Fernández, socia de Aparkam, en el siguiente vídeo: