Más de una década en Aparkam, contado por nuestra socia Rosario
“Aunque realmente empecé con temblores en el pie, lo que me hizo pensar que algo estaba pasando es que no era capaz de batir los huevos”, explica Rosario Aparicio, socia de Aparkam, sobre cómo fueron sus primeros indicios de la enfermedad de Párkinson. Para ella – de manera paulatina – las pequeñas rutinas se empezaron a convertir en un desafío. En un principio trató de continuar con su vida sin reparar mucho en ello, pero el día que pasó por quirófano para operarse el pie (por otra patología) la enfermedad despuntó definitivamente.
“Me operaron del pie y, antes de salir del hospital con el alta, ya me habían diagnosticado la enfermedad”, explica. Rosario llevaba tiempo con distintos síntomas (bloqueo en las manos, temblor en las piernas…) pero, según le explicaron, la operación hizo que el Párkinson detonara más rápidamente: “La médica me dijo que fue por la epidural. La enfermedad estaba presente, pero más quieta, y al pincharme en la columna se adelantó todo”.
Cuando le confirmaron el diagnóstico, Rosario tenía 60 años y desde ese primer momento decidió buscar apoyo en una asociación. Empezó a preguntar por diferentes opciones y, finalmente, fue el Ayuntamiento de Alcorcón quien le informó sobre la existencia de Aparkam. “Llevo inscrita más de 18 años, me obliga a mantenerme activa y me hace sentirme mejor”, cuenta. La socia, una de las personas que más tiempo lleva en la asociación, cuenta cómo “todo ha cambiado bastante, antes ni siquiera teníamos estos espacios, se ha ido a mucho mejor”.
Antes de la enfermedad, Rosario explica que era “una persona abierta”. Sin embargo, con el diagnóstico confirmado de Párkinson, poco a poco se fue retrayendo ya que no quería que la gente notara su enfermedad. “Me hizo cerrarme mucho, pero la asociación me ha ayudado a volver a sentirme más libre. Nos explican los síntomas y cómo tratar con ellos, algo que me ayuda mucho en el día a día”, narra la socia.
La asociación, además de ayudar a lidiar con los síntomas, la impulsa en cosas tan sencillas como necesarias, como por ejemplo el hecho de salir de casa. “Si yo no estuviera aquí me pasaría todos los días encerrada”, comenta. Rosario aprovecha para apuntarse “a todo lo que hay” y así mantenerse ocupada: “Voy a todos los eventos: a las charlas de la neuróloga Lydia Vela, a las excursiones…”. Un impulso que le ha hecho mantenerse ligada a Aparkam durante muchos años.
De todas estas excursiones, la socia resalta una en especial: “Repetimos todos los años pero a mí me encanta la excursión al Espinar. Nos juntamos e incluso hacemos actividades como baile”. De hecho, el baile y la musicoterapia son dos de sus terapias favoritas en la asociación. En todos estos años, Rosario ha encontrado en Aparkam un aliciente para mantenerse activa, seguir disfrutando de la vida y lidiar con la enfermedad de Párkinson.